PEDRO DELGADO 2011

Cronica por: Diego Alberto
Esto es lo que me ha ocurrido el Domingo 14 de Agosto en la marcha cicloturista Pedro Delgado, homenaje a Miguel Indurain. 155 kms, que me volvieron a sacar la carbonilla del motor, el cual llevaba tiempo sin forzar tanto. Los nervios en plan competición, por encontrar un hueco que me lleve lo más cerca posible de cabeza de carrera, los acelerones y los parones (sobre todo hasta Torrecaballeros que era neutralizada), el encontrarme y saludar a ciclistas aficionados, que desde que dejé la competición no veía (es el caso de Ruben Navas) etc etc…

Empezé muy fuerte, en Navafría coroné entre los 50-100 primeros, y eso que subí con un dolor de estómago increible (yo creo que fue el aire acondicionado del coche durante el viaje en el día anterior), arriba cogí agua y aquarius (pues en 40 kms ya me había ventilado los dos botellines), arreé para abajo, y de un grupo de 20, solo tirábamos 4, suficiente para coger otro grupito de otros 20 u así y empezar con ellos La Canencia. Aquí el dolor ha desaparecido, y solo me centro en pasar los kilómetros sin descolgarme del grupetto que cada vez es más selecto. A falta de 2 kms. para coronar me descuelgo 500 metros y subo a mi ritmo. Arriba han parado todos en el avituallamiento sólido, yo cogo agua y coca-cola, y un Sandwich vegetal y un plátano (pues no había desayunado y ya solo me quedaban 3 barritas y un gel, además había leido que era el único avituallamiento sólido). La gente quiere salir aprisa, y me mete codos; otros me piden distintos tipos de líquidos, y al recibirlos no recibo ni las gracias. Harto del compañero de mi derecha que me empuja sin cesar, para coger cosas, le propino un empujón y unos pequeños insultos que no se toma a bien, me voy enfadado y tiro hacia abajo con un par de compañeros.

 

«¡que ostias!» exclamo cuando echo mano al bolsillo. Los alimentos que cogí me los he dejado encima de la mesa por culpa del nerviosismo de la mala gente que me acompañaba en el avituallamiento. En el descenso, se nos cruza una vaca; afortunadamente nadie se la traga, aunque si que más de uno desgastamos zapata y cubierta. Justo abajo, en el pueblo que tomas el cruce a la derecha para subir La Morcuera, nada más entrar (en una curva no muy peligrosa a derechas), yacé en el suelo tirado un cicloturista, arrecogido sobre su propio dolor, sin llantos ni gritos y rodeado de otros cicloturistas preocupados por el, afortunadamente no debió ser nada muy grave, porque no sale en ningún medio informativo (otro día os hablaré sobre este tema). Esto hace que empieze a subir La Morcuera a parte de fundido, con un mal sabor de boca increible (y digo mal sabor de boca, porque no sé ni como describir lo que sentía en esos momentos). En La Morcuera, subo a ritmo, desde abajo se ve hasta donde tienes que coronar, y es un tramo muy muy largo. Subo a ritmo, varios me adelantan, y a varios adelanto yo. Corono con una cara sudada y de penuria, con el maillot desabrochado por completo. La bajada rapidísima (como me la gozé. p.d. no se me olvidó comerme la última barrita), empezamos Cotos y voy en el grupo de Perico Delgado (fue todo un honor darle relevos), pronto ese grupo se parte en 2 y yo como no me quedo en el 2do. Las piernas me duelen, me duelen muchísimo, y no tardaré en descolgarme con otro más del 2do grupo. Corono con penuria y ¡SORPRESA! avituallamiento sólido. ¡YIJAAAA!, sandwich, barritas y aquarius y para abajo; ¿para abajo? madre mía voy en un grupo de unos 10, y es todo llano para abajo, yo necesito bajada, las piernas me arden y lo necesitan. ahi me fundo y de repente llega la bajada, como, recupero y vuelvo a cogerles. Con ellos voy hasta falta de 6 kims. donde mis bastos internos dicen basta, se me suben las bolas y tengo que para a estirar. Me adelantan 2 grupos, y me coloco en un 3ro que ví venir. Con ellos hasta meta, donde esprinté (algo que no hago nunca, pero que a partir de ahora haré siempre, pues si los cicloturistas no me respetan yo tampoco lo haré con ellos). Hice 2do del sprint, para terminar La Perico en un tiempo de 4 h. 53´

p.d. el paisaje, mi estancia en Chañe y la visita al pueblo de Cuéllar una barbaridad. Que bonito y elegante todo

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