IZKI BTT «INTEGRAL SIERRA CANTABRIA»

EL PASADO DOMINGO NOS FUIMOS AL CENTRO BTT DE IZKI, CON NUESTROA AMIGOS DE LOGROÑO, NOS ACOMPAÑO IÑAKI, AUTENTICO CARRETERO Y LA GOZO COMO UN ENANO, REPETIRA…………

CRONICA POR JUAN

19 ciclistas: Víctor “Boss”, Ricardo “Barrancas”, Ismael “Cuquito-Pantani”, David “Pe”, Toño “Pleitos”, Héctor , Tate “Tatepin”, Santi “Alonso”, Luis “Multacar”, Jesús “Tragaldabas”, Ramón “Mon”, Unai, Enrique, Iñaki, José Luis “Niño”, Javi “Yatedigo”, Fran “Fran”, Mariano “Nanín” y Juan “Epi”.

Y llegó el día esperado. Por los nervios apenas pude conciliar el sueño ni dormir en toda la noche. Además, a las tres de la mañana mi próstata me pedía a gritos que la aliviara; así que me levanté de la cama y mientras orinaba dirigí la mirada hacia mi encogido miembro y le recriminé: ¡¡¡Te das cuenta, yo sí me levanto cuanto tu lo necesitas!!!, le dije.

A la hora establecida (7:00 a.m.) nos reunimos 16 ciclistas en el aparcamiento del Campo Santo, dispuestos a pasar un día divertido. Luego, en Urturi, se nos uniría la sección Navarra de Lodosa (Unai, Enrique e Iñaki).

Hago aquí un breve inciso para agradecer y saludar a bastantes compañeros que excusaron su asistencia.

Pues bien, continúo. Hasta ayer pensaba que el aparcamiento del cementerio era el sitio más apropiado para quedar y no molestar a ningún vecino con nuestras voces, habida cuenta de que los inquilinos del cementerio nunca se van a quejar. Error!! Además de los difuntos, en el cementerio habitan unos frailes (Hermanos Fosores de la Misericordia) que lo custodian. En efecto, me han comentado que no estando habituados a oír voces a esas horas de la madrugada, algunos Fosores, al escuchar nuestro griterío y suponiendo que el mismo provenía del interior de algún panteón, sufrieron una crisis de nervios y algún desarreglo intestinal. Concretamente al Her-mano Pla, que el susto le pilló sentado en la taza del water, se le cortó la diarrea; y, por el contrario (curiosidades de la naturaleza), al Her-mano Lo, que arrastraba un estreñimiento desde hace días, le llegó el apretón de repente y tuvo que pedir urgentemente el sitio al anterior. Varios muertos, testigos de la escena, se vivían de la risa.

Ya en el aparcamiento del Campo de Golf de Urturi, con una temperatura de solo 9 grados, nos preparamos y comenzamos a pedalear con casi puntualidad inglesa.

Iniciamos la ruta y enseguida paramos en el pueblo de Urturi para llenar de agua nuestros bidones y, de paso, para despertar al vecindario. Un poco de carretera y rápidamente nos metimos en faena y en el bosque. Un pequeño despiste hizo que descendiéramos por un camino más de lo debido, lo que supuso que tuviéramos que desandar, en fuerte subida, el error. No obstante, dicho sea de paso, nos vino bien para entrar en calor. Retomado el camino correcto nos dirigimos entre robles y árboles hacia Nafarrete. Esta localidad, de nombre muy parecido a otra que conocemos muy bien, no tiene ni falfarerías ni fiñedos, ni tampoco cuesta de la fulebrilla ni del fulebrón. Salimos de aquí por un bosque de robles y otros árboles de madera, y tras circular paralelos a un campo de golf de prácticas (¡¡¡booooolaaaa!!!) nos presentamos en un boleo en Lagrán. De esta bonita localidad me sorprende las pocas viviendas que tiene para la gran cantidad de “hijos de lagrán” que hay esparcidos por el mundo. No me imagino dónde se meterán cuando, en verano, vengan todos de vacaciones.

En Lagrán iniciamos, a través del GR-38, una agradable ascensión por bosque sombrío. Luis tuvo que solucionar un pinchazo en la rueda delantera. Mientras, el resto esperaba en lo alto de la subida. Al parecer la espera se hizo amena. La siguiente espera ya fue de vodafone y, las demás, de movistarmuchotiempoesperando.

A estas alturas de la etapa, los integrantes de la sección navarra (los de Lodosa) ya habían sufrido varios orgasmos al contemplar extasiados tanto árbol junto.

Un alegre cumbreo entre pinos nos llevó hasta un cortafuegos que descendimos con precaución. Aquí enlazamos con el GR-1 que, en continuo descenso nos llevaría hasta Pipaón. En algunos tramos del anterior descenso pudimos percatarnos de la presencia espaciada, a los lados del camino, de personas armadas con rifles y escopetas. Varios amigos se pensaron que se trataba de integrantes de una batida, pero en realidad los había contratado yo para velar por nuestra seguridad. ¡¡¡Si es que no dejo nada al azar!!!

Bueno, casi nada, porque lo que no me esperaba (Tate sí) es que en Pipaón coincidiéramos con una prueba de btt organizada por esa localidad. Y allí, a la entrada del pueblo, nos juntamos con un montón de ciclistas que bajaban alocados y como una exhalación por una pista que más tarde nosotros deberíamos subir.

Breve parada técnica para reponer fuerzas y rápidamente nos enfilamos hacia la Sierra Cantabria. A Mariano, al ver por dónde teníamos que ir, se le pusieron los ojos como a Fernando Trueba. Más tarde, y después de varias subidas, esa mirada camaleónica se fue generalizando y también se instaló en los rostros de otros compañeros.

Iniciamos nuestra aproximación a la Sierra por una pista de parcelaria bastante concurrida de senderistas y enseguida nos metimos entre el hayedo.

Durante unos 15 km. estuvimos pedaleando por esta sombría zona, en un terreno algo rompe-piernas, hasta que aparecimos en la carretera del puerto de Bernedo, no sin antes solventar algún que otro problema mecánico. Debo comentaros que, a raíz de uno de estos problemas mecánicos, se ha abierto una colecta para comprarle a David una cadena para su bici, que ya lleva 15 eslabones rápidos y no admite más. Quien quiera contribuir con su aportación económica que sepáis que Winnie es el Tesorero. Pues bien, cruzamos el asfalto e iniciamos un rápido descenso por la senda Epintani (bautizada así provisionalmente porque Epi y Pantani se disputan su paternidad) que termina en un precioso merendero cerca de Angostina. A este merendero es recomendable venir en angosto, porque ahora en onctubre, y sobre todo en nonviembre y en dinciembre, hace más frío. Un estrecho sendero paralelo al río Ega, que para estas alturas del año ega mucha agua, nos acerca a la indicada población de Angostina. Desconozco si su nombre se debe a que antiguamente solo se podía acceder a ella a través de angostos senderos, pero de lo que no tengo ninguna duda es que de esta localidad no es Angostina de Aragón.

Llenamos de agua los bidones y salimos dirección a Quintana para afrontar, antes de llegar, la última dificultad montañosa del día. Corta subida que a unos se les atragantó y a otros también.

De Quintana cabe destacar sus nobles habitantes. Se dice de ellos que ya puedes dejar allí las puertas de casa abiertas de par en par o la bici en la calle, por poner unos ejemplos, que no te “quintan na”.

Cruzamos esta segura población y rápidamente nos introducimos en un sendero entre un bosque de árboles y matojos, ya conocido por muchos de nosotros, que hace que en un plis-plas nos presentemos en Urturi.

Tras cargar las bicis en los vehículos nos dirigimos a las duchas. Resulta indescriptible lo que allí aconteció. David puso en funcionamiento el detector de homosexuales que tiene instalado en su móvil y casi lo quema. Por otra parte, yo que pensaba que lo más feo que había visto nunca era a Özil con una cinta en el pelo, estaba equivocado. Mi opinión ha cambiado radicalmente después de ver allí desnudo a algún amigo.

Después del aseo corporal dimos cumplida cuenta de algunas cervezas y de la comida que nos sirvieron en el restaurante del Campo de Golf. Una divertida sobremesa, en la que desgranamos algunos temas como, por ejemplo, la “valentía” de nuestro supercarniceroman, o la biodiversidad de la ruta, sirvió para dar por finalizada la jornada festivo-betetera.

Sin embargo, y ya en Logroño, varios demoraron su regreso a casa: unos pechos desafiantes de la gravedad y una peca caprichosamente alojada entre ellos tuvieron la culpa…..

(……Continuará)                                        FOTOS AQUÍ

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